Todo el orbe católico celebra hoy, con entusiasmado regocijo, la festividad de San Pacomio, santísimo varón nacido el año 286 en la Tebaida, Egipto. Monje copto de probadas virtudes, fué discípulo del ermitaño San Palamón, hasta que una voz interior le empujó a fundar su propio cenobio para anacoretas en Tabene, cerca del río Nilo.
Durante años estuvo con ellos, pero tuvo la desgracia de que le salieran ranas y más bien perdularios, ya que, además de pasarse el día hartándose de lagartijas, jugando a los dados, bebiendo y jurando en arameo, se burlaban de él sin piedad e incluso le escondían el burro, con lo que el pobre Pacomio tenía que acarrear por sí mismo los sacos, fardos y demás mercancías, incluso con la torrera que hace por aquellos andurriales. Pero el día que le tocaron de más los pelendengues los largó a todos a trancazos con una barra de hierro y los reemplazó por otros ermitaños de su confianza, con los que, esta vez sí, hizo progresar su santa obra y llegó a fundar hasta ocho monasterios, que acogían a miles de monjes.
Para la iglesia católica, su importancia es absoluta, ya que las reglas con que rigió a sus comunidades fueron la inspiración y el antecedente de todas las demás que vinieron luego. El propio San Antonio el Grande lo alabó, considerándolo la persona más santa que nunca había conocido.
Tres avemarías y un padrenuestro a la gracia de San Pacomio nos harán ganar su favor y hacernos más llevadera la semana que empieza. Que los anacoretas coptos nos protejan en su infinita bondad.
¡Qué grande!
Lo dijo Sr. Crus el 28.01.2007 a las 18:58