Primera entrega del Resumen del Primavera Sound 2007. Fascículos diarios más o menos. Próxima entrega, de lo bueno a lo peor. Con fotos a todo color. Entren, pasen y disfruten.
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LO MEJOR DEL PRIMAVERA SOUND 2007 para Acid Queen y Maiquel Nait
THE WHITE STRIPES
Cuenta la leyenda que el gran Robert Johnson, vendió su alma al diablo para interpretar el blues como nadie. Desde entonces el diablo ha seguido comprando almas, pocas pero inmortales, a lo largo de la historia de la música moderna. En las últimas décadas, tras la revolución punk, el virtuosismo resta puntos a la modernidad, y la emoción viene servida por la experimentación, la composición y el riesgo. Eso sí, siempre con alma, vendida o no. Pues bien, Jack White reune todas esas cualidades porque no es dios, sino el mismísimo diablo vomitando todas las almas compradas.
Su gusto por las combinaciones en rojo y negro (el fondo del escenario todo rojo, igual que su ajustado pantalón y la preciosa batería customizada de Meg), su impecable sentido del espacio escénico (el asistente que le preparaba las guitarras vestía un impoluto traje oscuro de estilo inglés, con sombrero tipo bombín y todo, lejos lejísimos de los habituales melenudos cerveceros con tatuajes de los Ángeles del Infierno que acostumbran a desempeñar esa tarea), y sobre todo la cantidad, calidad y espectacularidad de los sonidos que saca a sus guitarras, y a esa garganta de falsetes contenidos y por momentos, axfisiantes… digo, que todo junto es como para volverse loco, como para patalear y tirarse de los pelos… como para acabar teniendo la sensación de que por primera vez uno ha estado donde tenía que estar, con quien tenía que estar y en el momento exacto, para ser testigo directo de lo que finalmente será una estrella de las que salen en las enciclopedias con letra grande y roja, aunque esto último sea lo que menos importe.
The White Stripes, también con Meg en el papel de baterista básica y rendida, y con esas canciones extrañas e hipnóticas son un espectáculo arrebatador y epatante, y una lección impertinente y por qué no, ególatra, de cómo dominarlo todo y arrasar con todo sin apenas despeinarse.
A.Q.
PATTI SMITH
Una ilusión cumplida. Algunos llevamos tantos y tantos años esperando este momento que la incredulidad casi nos colapsa. Yo ya ni entro en si la Smith es la madre, o la diosa o la reina de todas las cosas. Yo solo sé que nunca he visto a nadie interpretar con tanta credibilidad una canción. Porque la Smith carece por completo de pose alguna, ella canta y proclama exactamente como le sale del coño. Y ahí está su secreto y su increíble magnetismo. Ahí y en una banda de rock’n’roll potente y delicada, y en unas canciones fantásticas que ella convierte en suyas. Cantó por supuesto la bellísima “Because de night”, un increíble “Rock’n’roll nigger” y un “Gloria” que pienso tener grabado en mi memoria hasta el día en que me muera bien a gusto. Pero también sonaron otras joyas como “Free Money” o “Pissing in a river”. Y también algunas versiones de su último disco como el arrollador “Gimme Shelter” de los Rolling o el “Smels like teen spirits” de Nirvana, en una reinterpretación rabiosa y arrastrada que conquistó al público definitivamente.
Tocó el oboe, la guitarra, y llevó consigo tras las teclas, a su propio hijo. Y nos transportó a un tiempo de revolución, de gritos de rabia, y de fuerza desmedida… y como bien se pudo constatar, un tiempo de gran vigencia y profunda necesidad. Patti Smith es una grande de entre los malditos. De esos a los que siempre hay que tener en cuenta porque son motor, fuerza e inspiración permanente.
Y verla a ella tan feliz y tan salvaje, fue todo un lujo y un pedacito de historia. El año que viene, Neil Young, por favor.
A.Q.
LOS PLANETAS
Muy fácil es para un fanático de un grupo decir que un concierto del mismo ha sido de lo mejor de un festival. Pero que lo digan hasta detractores tiene más mérito. Y eso contando que Los Planetas, para bien o para mal, tienen tantos detractores como fans. E igual de extremos.
Mucho había leído de la gira de presentación de “La leyenda del espacio”, y muchas ganas tuve de verlos en su visita a Valencia, pero decidí ahorrar y esperar al Primavera a ver qué tal se defendían en escenario grande y ante tanto público. Y salí encantado.
Su cambio de actitud en un escenario es palpable desde la escenografía (pantallas con visuales muy del sur, Erik tocando la batería bajo palio, todos bien vestidos,…) hasta el sonido (atronadora batería, pantalla de sonido típica de los granadinos, y la voz, más limpia y comprensible de J), y ya puestos, en la elección de temas. Empiezan desglosando su nuevo disco (9 temas nada menos) para a continuación interpretar una selección de canciones de siempre, pero no yendo al hit, sino rebuscando entre (toda) su discografía. Así, desde “De Viaje” a “Montañas de basura” pasando por “Devuélveme la pasta”, “La canción del fin del mundo”, “Corrientes circulares”, “Segundo premio”, el final del concierto con “Pesadilla en el parque de atracciones” o el descomunal y apocalíptico “Santos que yo te pinté”. Espectacular.
El concierto que hacía (muchos) años esperaba ver de Los Planetas.
M.N.
LISABÖ
Dos detalles tuvo el Primavera Sound con los vascos Lisabö: uno, programarlos. Seguramente el Primavera es el único macrofestival (quizás el Azkena) en el que podríamos verlos. El otro, pero esta vez malo, fue programarlos a la misma hora que Sonic Youth. Al menos eso pensarían ellos, porque sus caras de sorpresa al ver que el público seguía allí mientras sonaría poco más allá el “Daydream Nation” no tenían precio, como tampoco los agradecimientos que (sinceros) ofrecían al público. Pero es que es normal. Es normal que el público, aunque fuera a ver qué era eso que atronaba, se quedara quieto y anonadado ante tamaña demostración de fuerza y ritmo. Etiquetar a un grupo así es tan temerario como difícil, y la que les toca a estos, el post-hardcore, me parece tan presuntuosa como fallida, así que me callo e intento describirlo con emociones. Pues eso, Lisabö hacen una música tremendamente emocional, muy de esas directas al estómago, muy de dejarte extasiado y sin saber cómo reaccionar o bien ponerte a saltar y gritar como un loco contagiado por la descarga de electricidad y contundencia. Dos baterías tan perfectamente sincronizadas que parecían una sóla tocada con 4 manos. Ahora tocamos lo mismo, ahora hacemos líneas melódicas distintas, la cuestión es no dejar de machacar los oídos de la gente a base de bombo y plato. Increíble verlo, increíble sentirlo. Mientras los guitarras berrean ante el micrófono poesía en euskera y el bajo marca (todavía más) el ritmo, y el público (que lo consigue) va entrando más y más, y no queriendo salir. Brutal, puro ruido, puro (otra vez) ritmo, pura energía, pura emoción. Lástima que no puedan tomárselo en serio, porque son posiblemente el grupo más exportable de por aquí (grupos de fusión aparte). Y en mi opinión, y sin duda, el mejor directo patrio junto al de Standstill.
M.N.
LOW
Reconozco que lo de Low es difícil en un festival. Sería preferible verlos es una pequeña capilla, un granero soleado o una estación de metro desierta. Porque el lamento de Low es sobrecogedor y polvoriento. Y el quejío que arrastran es tan demoledor que merece ser disfrutado casi en la intimidad.
Low son sencillos, cercanos, y dominan el silencio tanto como los sonidos. Y sus canciones son tan áridas y tan tristes como la oscura atmósfera que emanan. Solo por la interpretación de “Sunflower”, merece la pena arriesgarse a caer en un estado depresivo. Falsa sensación, porque al dejarse llevar por el túnel, solo queda la belleza del dolor.
Así de bonito fue. Y así de simple.
A.Q.
Una pena que no tengamos fotos de Low. Lo sentimos.
Lo dijo maiquel_nait el 06.06.2007 a las 00:18