Anoche Christina Rosenvinge presentó al fin en Valencia “Tu labio superior” con un Loco Club prácticamente abarrotado. La tercera fecha de la mini-gira española, que sirve también para lanzar su nuevo ep “Tu labio inferior”.
Yo me reconozco como fan absoluto de esta cuarentona con cara de niña mala. En realidad crecí con ella. La adoré cuando cantaba pop ligero, cuando presentaba en televisión, cuando concursó en la OTI, cuando se reconvirtió a rockera, cuando se fue a NY… y así hasta hoy. Y es precisamente hoy, cuando la crítica y el público se ponen de acuerdo en rendirse a sus encantos, cuando creo necesario recordar una de las trayectorias más lúcidas, lógicas y creativas que ha dado el pop español. Aunque de eso, de recordárnoslo se encargó ella anoche en un estupendo concierto.

Acompañada de una banda básica pero abrasiva (con el batería de Sonic Youth y el guitarrista de Come, entre sus miembros), la Rosenvinge sonó impecable y desarrolló un repertorio sorprendente que no sólo repasó a conciencia su último trabajo, sino que arrancó a mordiscos algunas joyas de sus (casi) más pretéritos trabajos. De esa manera, comenzó con “Tu boca” en clave pop, en un inicio algo destemplado y con algunos problemas de sonido, un comienzo que enseguida cobró fuerza mientras desgranaba la práctica totalidad del disco. A destacar la feroz interpretación de “Tres minutos”, la espectacular “Eclipse”, con Christina al piano y la banda totalmente entregada, y el estreno de dos temas del nuevo ep, “Canción secreta” y “La muerte sentimental”.
El espectáculo gozó de un ritmo inteligente, donde cupieron algunos temas en inglés de sus (últimos) anteriores trabajos. Un ejercicio oportuno, para reivindicar canciones tremendas como “White Hole”, “As The Wind Blows” o “Submission”, y clásicos de otros tiempos como “Muertos o algo mejor”, o “Señorita”, de su primer y exitoso disco con Los Subterráneos, en una soberbia versión que parecía interpretada por los Cowboy Junkies más vivos. Combinó momentos eléctricos, con la banda al cien por cien, con sets acústicos, a la guitarra o al piano, y nos hizo recordar los mejores sonidos (ay, esa guitarra pulcra pero afilada) de la penúltima generación indie de más alto nivel. Terminó con dos bises “La distancia adecuada” y “Anoche (el puñal y la memoria)”, y volvió a terminar con la encantadora, “Alguien que cuide de mí”.
Está en forma Christina. Lleva muchos años haciendo muy buenos discos y ha acumulado grandes temas y sonidos de sobra para ofrecer un espectáculo estupendo. Su banda suena de verdad, y ella controla y dirige cada momento escénico a la perfección. Sin duda ha disfrutado de los mejores alimentos y ha sabido digerirlos, resultando personal y única, aun sin sonar a nada nuevo. Y además conserva intacta esa belleza enigmática, mística y algo canalla, que pone y se deja poner.
El concierto fue estupendo. Christina me gusta cuando se pone rockera y también me gusta cuando susurra y parece que te canta al oído. Tantos años en el mundillo le dan un aplomo en el escenario que, verdaderamente, marca la diferencia.
Lo que yo no dejaba de preguntarme interiormente es «¿cómo puede estar esta mujer tan divina con el hombre menos atractivo del mundo aka Nacho Vegas??» jajaja
Lo dijo Farrah el 06.02.2009 a las 10:05