En el cartel del sábado del FIB 2013 había un nombre que lo eclipsaba todo: los Arctic Monkeys, por mucho que hayan venido ya 2 veces al festival, la última hace dos ediciones, se están conviritiendo en una de esas bandas generacionales que aparecen cada X tiempo. Y funcionan tanto en su país de origen como en el resto de Europa, sólo les falta por conquistar EEUU, donde todavía no son considerados una gran banda (aunque telonear a Black Keys ayudó a incrementar su popularidad). Alrededor de ellos, un día que para los jóvenes británicos y españoles era el más grande, y para los más talluditos el más difícil de salvar. La apuesta era clara: si fallaban los monos, día malo; si acertaban, día bueno. Y mientras tanto, a disfrutar con el resto de grupos.
El tirón de los Arctic Monkeys se vio desde el minuto cero, cuando SMILE aparecieron en escena, ya había ante ellos varias filas de fans… de los monos. Así que aprovecharon la circunstancia y presentaron su nuevo disco ante más público del esperado (viendo los otros días). Poca gente los conocería pero a poca gente disgustarían, ya que su pop soleado, de raíz americana pero con un toque surfero y casi mediterráneo es agradable y entra solo.
Nosotros apostamos por SOLEDAD VÉLEZ, la chilena afincada en Valencia desde hace unos años y a la que habíamos visto varias veces actuando, pero que presentaba en el FIB su formato banda. Un set muy corto (le dieron 30 minutos), donde mostrar todas las cartas, y a buena fe lo hizo. Comenzó con canciones de raíces más folk al uso, mostrando a los neófitos su personal y peculiar voz, y poco a poco fue entrando en canciones más oscuras, más inquietantes. Ante un público mayoritariamente ubicado en las sombras (lo de la gente sentada a lo largo de la sombra que proyecta el escenario es genial), triunfó sobretodo al final, cuando sacó a relucir su arte con el pedal de loops, creando atmósferas con la voz, que acompañaban perfectamente la canción. El formato banda le aporta muchos matices, esperemos que su proyección siga adelante.
De Soledad Vélez fuimos a comenzar nuestra ruta de “nuevas promesas británicas”, jovencísimas bandas sin disco publicado y sobre las que se ha escrito mucho a lo largo del año. Comenzamos con CHILDHOOD, que comentaron que era la primera vez que tocaban “fuera”. No pudieron comenzar peor las cosas para ellos, ya que al guitarra se le rompió una cuerda en la primera canción. Aún así logró salvar la canción (y eso que era toda a base de punteo) y como no tenían guitarra de repuesto, tuvo que esperar a que le cambiaran la cuerda. Qué hicieron los demás mientras? Pues tiraron de tablas (¿?) y se marcaron una canción instrumental muy potente que consiguió los primeros aplausos. Una vez solucionado el percance, pues nada, un grupo sin duda a apuntarse en la agenda. Canciones muy elaboradas, nada obvias, con su eco en las voces y en los punteos, con sonidos 90 y acordes dream pop, con una solvencia brutal pese a la juventud y con un himno, Solemn Skyes, tocado a la perfección, que en un mundo ideal debería ser una de las canciones del verano. Epic Win.
Policía de la moda? Alguien puede llamar a la Policía de la Moda? Gracias.
De grupo joven sin disco a grupo joven sin disco, pero con trayectoria más larga. De hecho ya tocaron en ese mismo escenario el año pasado (circunstancialmente). Este año venían con galones de “nos lo hemos ganado” y sí, efectivamente, se lo han ganado. No inventan nada, suenan a muchas cosas, pero lo hacen todo muy bien. Desde tocar, a moverse, a crear canciones. CHINA RATS se ha convertido en una de las puntas de lanza de la nueva escena punk y power punk de las islas, a base de singles perfectos (Top Be Like I y At Least Those Kids Are Getting Fed a la cabeza), estribillos pegadizos y mucha velocidad. Aprovechad ahora que no han sacado ni disco y es cuando molan. Que conste que os hemos avisado. Otros a la lista de “Hay futuro”
Y de nuevo al escenario Pringles para ver el debut de LE CAROUSSEL, el proyecto orgánico y paisajista del dj y productor Phil Kieran. Partimos de que el disco es uno de mis favoritos del año, electrónica asequible, no dirigida a la pista de baile, muy atmosférica, muy agradable, y llevada al directo con instrumentos y voces reales. Al proyecto aún le falta rodaje, bastante rodaje, pero dejó buenas sensaciones. En claro de menos a más, tiró de las canciones con menos pegada al principio dejando al final sus tres grandes temazos, Good Times, Le Caroussel y finalmente Lose your love. Lo mejor en cuando al concierto, el guitarrista, lo peor, la estaticidad de los miembros de la banda, mirando casi con miedo al público. Les queda camino por andar, ojalá lo anden y sigan sacando discos así.
El ver el concierto íntegro de Le Caroussel nos impidió ver completo a Miles Kane, primer gran nombre del día (segundo para los británicos, tras ver cómo corrían hacia The Courteeners). Y MILES KANE no decepcionó en absoluto. Hizo lo mismo que el año pasado, pero más y mejor. Esto es, un recital de temazos (ahora con dos discos más singles le sale un setlist imbatible), a tope de intensidad, y tocando la guitarra sobradísimo. Viendo el repertorio ya podemos imaginar que la cosa empezó bien arriba, pero sólo lo que pudimos ver ya fue para dejarse las zapatillas. Give Up, Inhaler, Don’t Forget who you are, Come Closer con coros alargados por el público… el pop-rock era esto. En las Islas aún no se le considera uno de los grandes. Aquí, tras sus dos pasos por el FIB, sí.
Hora de cenar, y qué mejor que hacerlo bajo el influjo de BIGOTT, el maño marciano y su personal pop-folk, sus bailes y su magnífica banda. Logró atraer la atención de más de un guiri que miraba divertido lo que hacía y lo que decía (y cómo lo decía!) ese simpático personaje. Le tocó bailar con la más fea, ya que coincidía con el principio de los Monos y pese a comenzar con buena cantidad de público, la cosa fue menguando rumbo al escenario Maravillas. Nosotros entre ellos.
Porque había que pillar buen sitio para ver al plato fuerte del día. Lleno total (bueno, no total pero bastante más gente que los otros días), mucha expectación y un buen sitio desde donde verlos. ARCTIC MONEKYS llevaban el set “de lujo” con el que giran este año, con la estructura de luces formando una A y una M detrás, el teclista a un lado y plataformas con focos por todas partes. Bien vestidos, bien peinados (excepto el batería, siempre en chándal), y dispuestos a defender su papel de cabezas de cartel (aquí y en Glastonbury). Y a buena fe lo hicieron. Comenzaron con “la nueva”, Do I wanna know?, de cadencia lenta y punteo dominante. Tras ella, el éxtasis: Brianstorm y Dancing Shoes. Y tras ellas, repaso por su carrera (ya cuatro discos más uno a las puertas), con canciones de todo tipo, desde las más grasientas y stoner a las más inmediatas de sus comienzos (I bet you look good on the dancefloor volvió a ser la mejor recibida, es lo que tienen los hits) Tras un momento más acústico y con rebaje de revoluciones, volvieron con Fluorescent Adolescent y el temazo R U Mine?, con el que se fueron a los camerinos antes del bis. Tras el descanso, comienzo lento con Mad Sounds, éxtasis colectivo con When The Sun Goes Down (la canción que más sonó en todo el FIB en el escenario pop?), donde por fin se encendieron los focos de las estructuras (sobrados iban), y para rematar, la habitual 505, con Miles Kane invitado a la guitarra.
En fin, que la cosa salió clara, a los Monos se les ve mucho más formados, más seguros, más rockstars, controlando los tiempos, las intensidades y mostrándose como una banda en plena madurez, y de las pocas que ha sido capaz de aguantar 4 (casi 5) disco en lo más alto, en plena era internet. A ver qué tal el nuevo trabajo, a la venta en Septiembre.
Tras ellos, y habiéndonos perdido a Rizzle Kicks (qué pasa? Yo los quería ver), fui directamente al Pringles, de nuevo (escenario salvador de la jornada), donde los philadelphienses SPACIN’ estaban terminando su concierto. Suerte que gracias al entusiasmo del público y tras mirar a los técnicos varias veces aún tocaron un rato más. Pues lo esperado, psicodelia rock totalmente lo-fi (la batería era la mínima expresión), base rítmica machacona, guitarras hiperdistorsionadas y voces nada angelicales. Una pena que no se les hubiera programado un poco más tarde y mucha gente podría haber disfrutado de una apuesta tan personal y arriesgada este FIB (yo entre ellos)
A partir de ahora, quedaban en activo dos bandas que generacionalmente me quedaban bastante lejos. BASTILLE, un éxito en la radiofórmula británica y que aquí ganaría bastantes fans nacionales, que terminaron su show con una versión de The Rithm of the Night (grande) y s gran hit, Pompeii, y KAISER CHIEFS, a los que vimos en Benicàssim en su primer concierto en España… hace 8 años! Poco nos interesa lo que hacen los de Ricky Wilson ahora mismo, pero allá que nos fuimos deseando que nos toquen las buenas (el primer disco más Ruby) y a darlo todo. Y así fue, más o menos. Su gira actual es de grandes éxitos, aunque ya presentan alguna canción nueva, pero como nos quedamos en el segundo disco, pues muchas nos sonaban nuevas. La banda lo dio todo, como siempre, y Ricky (más delgado y joven que hace 8 años, atiende) volvió a subirse a la columna del escenario y a moverse de lado a lado con una energía envidiable. La muchachada lo gozó, como lo hicimos nosotros en plan remember cuando sonaron canciones como Na, na, na, na, na, Everyday I love you Less and Less, Ruby o I predict a Riot, con la que dimos por finalizado el concierto. Suenan muy bien, siguen llevándose el público al bolsillo… pero a nosotros nos hace sentirnos viejos. Es lo que hay.
De ahí fuimos hacia el (sorpresa!) escenario Pringles a ver el concierto de TELEPATHÉ otra de las delicatesen más personales y hipsters del cartel del FIB 2013. Esta vez habían cambiado el formato de directo, con una tras las máquinas y la otra con un bajo (y unos horribles pantalones de fútbol). Las voces a tope de eco, y un sonido más pistero y bailable del esperado. Poco público pero dándolo todo, y muchas ganas de escuchar de una vez su nuevo disco. Con ellas cerramos el apartado de conciertos del día, y con buena nota, y ya con los pies cansados, eso sí.
Porque tras ellas… el vacío. Esto de cerrar el escenario Maravillas con un dj cada noche no nos gusta nada, y más si va en plan sin espectáculo, sin nada que aportar más que su sesión. Además el elegido era BENNY BENASSI, otro que nos hace sentir viejos, pero con sonido renovado a base de lo peor del EDM y demás trucos. 3 canciones aguantamos, a meter subidones sin parar a tu casa, rey. De ahí a KNIFE PARTY, otros que tal bailan. Nos esperábamos lo peor, algo así como una orgía de drops y de sonido dubstep garrafoner con bien de EDM… y al principio nos soprendió. Porque la sesión fue de menos a más, comenzando con electro duro pero sin pasarse, alguna remezcla conocida y nada estridente, pero la cosa fue mutando (y este también llevaba micro) y se fue endureciendo para regocijo de parte del público y estupor de otro. Cuando ya comenzaron a sonar los drops skrillexcos y en cada canción había dos o tres parones para meter subidón, nos fuimos a la pop (escenario Pringles de mi vida) a terminar con lo que tuviéramos dentro.
Y nada, el escenario POP… pues la tabla de salvación. Posiblemente sea el lugar más feliz de la tierra en esos momentos, donde la gente va a bailar sin más, a corear temazos, a reírse y, cuando fallan las fuerzas, despedirse. Allí, entre amigos, risas, bailes y temazos por parte de INDIESPOT DJ’s (terminar con ALT-J da puntos de monoculismo) y de SUNTA TEMPLETON, que sí supo estar a la altura y soltó la sesión más obvia que se recuerda, con temazos incluso de la carpeta “antes molaban”, que hicieron, eso sí, saltar, gritar y corear a gran parte del respetable, ya sin monóculo y sólo con Dancing shoes y pocos tickets.
Nos quedaba el domingo, y a ritmo de Arcade Fire nos despedíamos del recinto. Había que quemar las naves, si es que nos quedaba alguna. Sábado salvado, al final.