Crónica FIB 2013 – EL SÁBADO

En el cartel del sábado del FIB 2013 había un nombre que lo eclipsaba todo: los Arctic Monkeys, por mucho que hayan venido ya 2 veces al festival, la última hace dos ediciones, se están conviritiendo en una de esas bandas generacionales que aparecen cada X tiempo. Y funcionan tanto en su país de origen como en el resto de Europa, sólo les falta por conquistar EEUU, donde todavía no son considerados una gran banda (aunque telonear a Black Keys ayudó a incrementar su popularidad). Alrededor de ellos, un día que para los jóvenes británicos y españoles era el más grande, y para los más talluditos el más difícil de salvar. La apuesta era clara: si fallaban los monos, día malo; si acertaban, día bueno. Y mientras tanto, a disfrutar con el resto de grupos.

El tirón de los Arctic Monkeys se vio desde el minuto cero, cuando SMILE aparecieron en escena, ya había ante ellos varias filas de fans… de los monos. Así que aprovecharon la circunstancia y presentaron su nuevo disco ante más público del esperado (viendo los otros días). Poca gente los conocería pero a poca gente disgustarían, ya que su pop soleado, de raíz americana pero con un toque surfero y casi mediterráneo es agradable y entra solo.


Nosotros apostamos por SOLEDAD VÉLEZ, la chilena afincada en Valencia desde hace unos años y a la que habíamos visto varias veces actuando, pero que presentaba en el FIB su formato banda. Un set muy corto (le dieron 30 minutos), donde mostrar todas las cartas, y a buena fe lo hizo. Comenzó con canciones de raíces más folk al uso, mostrando a los neófitos su personal y peculiar voz, y poco a poco fue entrando en canciones más oscuras, más inquietantes. Ante un público mayoritariamente ubicado en las sombras (lo de la gente sentada a lo largo de la sombra que proyecta el escenario es genial), triunfó sobretodo al final, cuando sacó a relucir su arte con el pedal de loops, creando atmósferas con la voz, que acompañaban perfectamente la canción. El formato banda le aporta muchos matices, esperemos que su proyección siga adelante.


De Soledad Vélez fuimos a comenzar nuestra ruta de “nuevas promesas británicas”, jovencísimas bandas sin disco publicado y sobre las que se ha escrito mucho a lo largo del año. Comenzamos con CHILDHOOD, que comentaron que era la primera vez que tocaban “fuera”. No pudieron comenzar peor las cosas para ellos, ya que al guitarra se le rompió una cuerda en la primera canción. Aún así logró salvar la canción (y eso que era toda a base de punteo) y como no tenían guitarra de repuesto, tuvo que esperar a que le cambiaran la cuerda. Qué hicieron los demás mientras? Pues tiraron de tablas (¿?) y se marcaron una canción instrumental muy potente que consiguió los primeros aplausos. Una vez solucionado el percance, pues nada, un grupo sin duda a apuntarse en la agenda. Canciones muy elaboradas, nada obvias, con su eco en las voces y en los punteos, con sonidos 90 y acordes dream pop, con una solvencia brutal pese a la juventud y con un himno, Solemn Skyes, tocado a la perfección, que en un mundo ideal debería ser una de las canciones del verano. Epic Win.


Policía de la moda? Alguien puede llamar a la Policía de la Moda? Gracias.


De grupo joven sin disco a grupo joven sin disco, pero con trayectoria más larga. De hecho ya tocaron en ese mismo escenario el año pasado (circunstancialmente). Este año venían con galones de “nos lo hemos ganado” y sí, efectivamente, se lo han ganado. No inventan nada, suenan a muchas cosas, pero lo hacen todo muy bien. Desde tocar, a moverse, a crear canciones. CHINA RATS se ha convertido en una de las puntas de lanza de la nueva escena punk y power punk de las islas, a base de singles perfectos (Top Be Like I y At Least Those Kids Are Getting Fed a la cabeza), estribillos pegadizos y mucha velocidad. Aprovechad ahora que no han sacado ni disco y es cuando molan. Que conste que os hemos avisado. Otros a la lista de “Hay futuro


Y de nuevo al escenario Pringles para ver el debut de LE CAROUSSEL, el proyecto orgánico y paisajista del dj y productor Phil Kieran. Partimos de que el disco es uno de mis favoritos del año, electrónica asequible, no dirigida a la pista de baile, muy atmosférica, muy agradable, y llevada al directo con instrumentos y voces reales. Al proyecto aún le falta rodaje, bastante rodaje, pero dejó buenas sensaciones. En claro de menos a más, tiró de las canciones con menos pegada al principio dejando al final sus tres grandes temazos, Good Times, Le Caroussel y finalmente Lose your love. Lo mejor en cuando al concierto, el guitarrista, lo peor, la estaticidad de los miembros de la banda, mirando casi con miedo al público. Les queda camino por andar, ojalá lo anden y sigan sacando discos así.


El ver el concierto íntegro de Le Caroussel nos impidió ver completo a Miles Kane, primer gran nombre del día (segundo para los británicos, tras ver cómo corrían hacia The Courteeners). Y MILES KANE no decepcionó en absoluto. Hizo lo mismo que el año pasado, pero más y mejor. Esto es, un recital de temazos (ahora con dos discos más singles le sale un setlist imbatible), a tope de intensidad, y tocando la guitarra sobradísimo. Viendo el repertorio ya podemos imaginar que la cosa empezó bien arriba, pero sólo lo que pudimos ver ya fue para dejarse las zapatillas. Give Up, Inhaler, Don’t Forget who you are, Come Closer con coros alargados por el público… el pop-rock era esto. En las Islas aún no se le considera uno de los grandes. Aquí, tras sus dos pasos por el FIB, sí.


Hora de cenar, y qué mejor que hacerlo bajo el influjo de BIGOTT, el maño marciano y su personal pop-folk, sus bailes y su magnífica banda. Logró atraer la atención de más de un guiri que miraba divertido lo que hacía y lo que decía (y cómo lo decía!) ese simpático personaje. Le tocó bailar con la más fea, ya que coincidía con el principio de los Monos y pese a comenzar con buena cantidad de público, la cosa fue menguando rumbo al escenario Maravillas. Nosotros entre ellos.

Porque había que pillar buen sitio para ver al plato fuerte del día. Lleno total (bueno, no total pero bastante más gente que los otros días), mucha expectación y un buen sitio desde donde verlos. ARCTIC MONEKYS llevaban el set “de lujo” con el que giran este año, con la estructura de luces formando una A y una M detrás, el teclista a un lado y plataformas con focos por todas partes. Bien vestidos, bien peinados (excepto el batería, siempre en chándal), y dispuestos a defender su papel de cabezas de cartel (aquí y en Glastonbury). Y a buena fe lo hicieron. Comenzaron con “la nueva”, Do I wanna know?, de cadencia lenta y punteo dominante. Tras ella, el éxtasis: Brianstorm y Dancing Shoes. Y tras ellas, repaso por su carrera (ya cuatro discos más uno a las puertas), con canciones de todo tipo, desde las más grasientas y stoner a las más inmediatas de sus comienzos (I bet you look good on the dancefloor volvió a ser la mejor recibida, es lo que tienen los hits) Tras un momento más acústico y con rebaje de revoluciones, volvieron con Fluorescent Adolescent y el temazo R U Mine?, con el que se fueron a los camerinos antes del bis. Tras el descanso, comienzo lento con Mad Sounds, éxtasis colectivo con When The Sun Goes Down (la canción que más sonó en todo el FIB en el escenario pop?), donde por fin se encendieron los focos de las estructuras (sobrados iban), y para rematar, la habitual 505, con Miles Kane invitado a la guitarra.

En fin, que la cosa salió clara, a los Monos se les ve mucho más formados, más seguros, más rockstars, controlando los tiempos, las intensidades y mostrándose como una banda en plena madurez, y de las pocas que ha sido capaz de aguantar 4 (casi 5) disco en lo más alto, en plena era internet. A ver qué tal el nuevo trabajo, a la venta en Septiembre.


Tras ellos, y habiéndonos perdido a Rizzle Kicks (qué pasa? Yo los quería ver), fui directamente al Pringles, de nuevo (escenario salvador de la jornada), donde los philadelphienses SPACIN’ estaban terminando su concierto. Suerte que gracias al entusiasmo del público y tras mirar a los técnicos varias veces aún tocaron un rato más. Pues lo esperado, psicodelia rock totalmente lo-fi (la batería era la mínima expresión), base rítmica machacona, guitarras hiperdistorsionadas y voces nada angelicales. Una pena que no se les hubiera programado un poco más tarde y mucha gente podría haber disfrutado de una apuesta tan personal y arriesgada este FIB (yo entre ellos)


A partir de ahora, quedaban en activo dos bandas que generacionalmente me quedaban bastante lejos. BASTILLE, un éxito en la radiofórmula británica y que aquí ganaría bastantes fans nacionales, que terminaron su show con una versión de The Rithm of the Night (grande) y s gran hit, Pompeii, y KAISER CHIEFS, a los que vimos en Benicàssim en su primer concierto en España… hace 8 años! Poco nos interesa lo que hacen los de Ricky Wilson ahora mismo, pero allá que nos fuimos deseando que nos toquen las buenas (el primer disco más Ruby) y a darlo todo. Y así fue, más o menos. Su gira actual es de grandes éxitos, aunque ya presentan alguna canción nueva, pero como nos quedamos en el segundo disco, pues muchas nos sonaban nuevas. La banda lo dio todo, como siempre, y Ricky (más delgado y joven que hace 8 años, atiende) volvió a subirse a la columna del escenario y a moverse de lado a lado con una energía envidiable. La muchachada lo gozó, como lo hicimos nosotros en plan remember cuando sonaron canciones como Na, na, na, na, na, Everyday I love you Less and Less, Ruby o I predict a Riot, con la que dimos por finalizado el concierto. Suenan muy bien, siguen llevándose el público al bolsillo… pero a nosotros nos hace sentirnos viejos. Es lo que hay.


De ahí fuimos hacia el (sorpresa!) escenario Pringles a ver el concierto de TELEPATHÉ otra de las delicatesen más personales y hipsters del cartel del FIB 2013. Esta vez habían cambiado el formato de directo, con una tras las máquinas y la otra con un bajo (y unos horribles pantalones de fútbol). Las voces a tope de eco, y un sonido más pistero y bailable del esperado. Poco público pero dándolo todo, y muchas ganas de escuchar de una vez su nuevo disco. Con ellas cerramos el apartado de conciertos del día, y con buena nota, y ya con los pies cansados, eso sí.

Porque tras ellas… el vacío. Esto de cerrar el escenario Maravillas con un dj cada noche no nos gusta nada, y más si va en plan sin espectáculo, sin nada que aportar más que su sesión. Además el elegido era BENNY BENASSI, otro que nos hace sentir viejos, pero con sonido renovado a base de lo peor del EDM y demás trucos. 3 canciones aguantamos, a meter subidones sin parar a tu casa, rey. De ahí a KNIFE PARTY, otros que tal bailan. Nos esperábamos lo peor, algo así como una orgía de drops y de sonido dubstep garrafoner con bien de EDM… y al principio nos soprendió. Porque la sesión fue de menos a más, comenzando con electro duro pero sin pasarse, alguna remezcla conocida y nada estridente, pero la cosa fue mutando (y este también llevaba micro) y se fue endureciendo para regocijo de parte del público y estupor de otro. Cuando ya comenzaron a sonar los drops skrillexcos y en cada canción había dos o tres parones para meter subidón, nos fuimos a la pop (escenario Pringles de mi vida) a terminar con lo que tuviéramos dentro.

Y nada, el escenario POP… pues la tabla de salvación. Posiblemente sea el lugar más feliz de la tierra en esos momentos, donde la gente va a bailar sin más, a corear temazos, a reírse y, cuando fallan las fuerzas, despedirse. Allí, entre amigos, risas, bailes y temazos por parte de INDIESPOT DJ’s (terminar con ALT-J da puntos de monoculismo) y de SUNTA TEMPLETON, que sí supo estar a la altura y soltó la sesión más obvia que se recuerda, con temazos incluso de la carpeta “antes molaban”, que hicieron, eso sí, saltar, gritar y corear a gran parte del respetable, ya sin monóculo y sólo con Dancing shoes y pocos tickets.

Nos quedaba el domingo, y a ritmo de Arcade Fire nos despedíamos del recinto. Había que quemar las naves, si es que nos quedaba alguna. Sábado salvado, al final.

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Crónica del FIB 2013 – El VIERNES

Viernes y sábado a priori se presentaban como dos días de esos con cartel repleto de grupos “para guiris” Esto tiene una doble lectura, la mayor parte de público se refiere a ellos como algo despectivo, como grupos que sólo interesan a ellos, los traen para ellos, y no son dignos de nuestra presencia, o bien como la oportunidad de ver a los grupos que triunfan por allí y que de otra manera, por caché, no veríamos nunca por aquí. Resulta curioso que algunos grupos que un día fueron despectivamente para guiris sean precisamente, años después, grupos muy demandados por el entendidísimo público nacional (the horrors, foals, two door cinema club, mumford&sons, Friendly Fires,…) así que nosotros somos muy de estudiarlos e intentar ver los que creemos interesantes.


La jornada del viernes, ese día sin cabeza de cartel claro o con dos cabezas de cartel no tan fuertes como lo esperado, comenzaba en el escenario Maravillas con ATTIC LIGHTS. El grupo escocés promovido por Elefant comenzó su set bajo solazo y calor importante, vestidos impecablemente con traje y hasta corbata. Actitud ante todo. Ya en la primera canción dieron muestra de sus credenciales: sonido muy noventas, con melodías vocales de los 60, power pop muy eficaz y muy bien ejecutado, y metiendo los dos grandes hits del disco estratégicamente en la segunda y última canción. Set corto pero que dejó con ganas de más, próxima parada, gira por salas en septiembre.


De Attic Lights, grupo joven ya con dos discos, fuimos hacia otro similar, ya presentando segundo trabajo pese a su juventud. Pero antes pasamos un momento por la jack Daniel’s para ver algo de los londinenses LIGERS, un grupo todavía sin disco pero que tiene muchas tablas y su pop-folk suena estupendamente. Un par de canciones y a otro sitio, que teníamos muchas ganas de ver a ALBA LÚA, el susodicho grupo joven con segundo disco en marcha, y qué disco. Los franceses sorprendieron por su juventud (una constante en esta edición del FIB 2013), por su sonido folk sostenido sobretodo por los punteos de esa especia de guitarra-laúd eléctrica, y por la andrógina y aguda voz del cantante. Su música es una agradable combinación de música folk, pop, sonidos mediterráneos y ambientes muy oníricos y paisajísticos. Aún les falta algo, pulir bien algunos momentos donde sonaba todo demasiado confuso, y jugar mejor con el repertorio para que nos suene demasiado lineal, aún así, ofrecieron grandes momentos como la interpretación de una de sus grandes canciones, “When I’m roaming free”, con su parte final y los agudos imposibles a los que el cantante pareció llegar sin ningún tipo de esfuerzo. Con ellos nos dimos nuestros primeros bailes del día, de esos de mover cadera y menear la cabeza al ritmo.


Y de Alba Lúa a otros que venían a presentar su segundo disco, y que teníamos subrayados en fosforito de cuatro colores: HANNI EL KHATIB prometían ser uno de los platos fuertes del día, y a buena fue lo fueron. Todo un torbellino de rock americano que llenó el Maravillas de bailes y cabezazos como toca. Supo intercalar los temas más garageros y crudos de su primer disco con los temazos más inmediatos, festivaleros y BlackKeyescos del segundo, haciendo que el concierto nunca perdiera fuelle. Con una canción más directa, otra más surf, otra más folk, otra más rockera, otra más blues, bien de solos de guitarra, bien de teclados y bien de dejarse la piel, Hanni el Khatib y sus tres músicos de apoyo se conviritieron en los primeros ganadores del día y en serios candidatos a gran confirmación festivalera de la temporada que viene. De los conciertos de presumir tipo “Yo ya los vi presentando el Head in the Dirt”. Muy grandes.


Y de un rock americano crudo en ocasiones, a otro rock-blues americano más crudo siempre. Y cantado en castellano. GUADALUPE PLATA congregaron a una buena cantidad de público ante ellos, y comenzaron a desgranar su propuesta, un blues puro y sin concesiones, con el bajo casero hecho con un palo, un cubo y una cuerda como gran estandarte. Mientras un río de gente corría hacia el Maravillas rumbo a Dizzee Rascal, más de uno no pudo contenerse y quedarse embobado viendo tamaño ejercicio de estilo y tamaña concesión al baile más primitivo. Milana bonita, por supuesto, gran highlight.


Y allí que nos fuimos, al Maravillas repleto con prácticamente toda la sección británica ante él, a ver el concierto de uno de los nombres polémicos del año, DIZZEE RASCAL, que tocaba por tercera vez en 4 años en el FIB. Y él preocupado. Salió como un tiro y así fue todo el concierto. Repasó mínimamente sus primeros discos y el set se centró en su anterior disco, el más popular y el que le llevó a la radiofórmula británica y a los grandes escenarios, y en presentar su nuevo disco, que finalmente anunció saldrá en Septiembre. También cantó dos colaboraciones, Heavy, con Chase&Status, y You’ve got the Dirtee love, su “versión” de la canción de Florence. Con un MC de apoyo en las rimas y otro para los estribillos (pedazo de voz soulera y casi de negra que tenía el tipo), hicieron vibrar y botar a todo el público, y tiraron de manual de concierto hiphopero para hacer gritar al público, ahora unos gritan a otros, momento lucimiento del DJ con scratch a tope, y hit tras hit sin tregua. Escuchamos varias canciones nuevas, como “Warrior” o “I love this city”, dedicada a Londres, y bailamos como locos con “Goin’ Crazy”, su primer single, en colaboración con Robbie Williams, que seguro será una de las canciones del verano allí en Reino Unido (aquí ni nos enteraremos). Momento divertidísimo durante You’ve got de Dirty Love con la cámara enfocando las primera filas, fotos al respetable para subir a Instagram, y final de locura con Bonkers, con Dizzee tirándose al público, teniendo que parar la canción porque una chica había caído al suelo, y después volviendo a pararla porque le habían roto la camiseta y aquello tenía pinta de terminar como el final de El Perfume. Pues eso, que Dizzie volvió a salir por la puerta grande, todo un huracán de rimas, y un concierto divertidísimo incluso para los no iniciados en el estilo, como el que escribe. Eso sí, tampoco hace falta que venga todos los años.


Tocaba cena y momento de descanso, pero aún así fuimos a ver a HOLA A TODO EL MUNDO, que reunieron a bastante público atraído por sus melodías potentes, sus teclados y sus guitarras dream pop. El cambio a un estilo más electrónico, potente y, por decirlo de alguna manera, onírico, les ha venido muy bien, haciendo que la gente disfrute y logrando una propuesta muy exportable. De momento están haciendo camino en Francia. Que les vaya bien.
Nos quedamos sin ver a Swim Deep, nos acercamos a la carpa Jack Daniel’s a ver el comienzo del set de Fish&Chips dj, donde lo dimos todo y sudamos todo también, y nos fuimos a ver la banda más polémica del cartel del FIB 2013, Beady Eye como cabezas de cartel de día.


BEADY EYE, el grupo del díscolo Liam Gallagher se presentó con pantalla trasera y sin vientos de acompañamiento. Su set fue algo extraño, tirando de los mejores temas de su último trabajo B.E. (producido por David Sitek y bastante mejor que su antecesor) y terminando con los de su primer disco, ayudándose de dos temas de Oasis para que la cosa no se hundiera. Aún así fue un concierto de más a menos (comenzar con Flick of the Finger y poco después con Second Bite of the Apple pega un subidón que no veas), aunque por supuesto los dos momentos Oasis (aunque tampoco tiró de grandes temazos, tocaron Rock And Roll Star y Morning Glory) fueron recibidos a lo grande por la parroquia británica y nacional. La voz de Liam no estuvo a la altura (novedad) pero sí su actitud (justo lo que se esperaba: miradas desafiantes, chubasquero hasta arriba bien sudado por dentro y manos atrás) y también la banda, que sorprendió con un sonido compacto y muy potente. Un concierto de bien alto, aún así no digno de encabezar un día de festival, pero para nada como los más agoreros preveían. Cuando los hermanos se vuelvan a juntar se forran, eso sí, sorprendente la cantidad de fans que Oasis siguen creando, más allá de los que mantienen.


De una figura clave del pop-rock británico de los 90 hasta ahora, a otra figura mítica, pero de los 80. JOHNNY MARR llegaba al FIB para presentar su primer disco firmado con su nombre y allí estábamos para verlo. Mucho público en el escenario Trident Senses, y ahí apareció, ante un gran telón con su nombre, vestido impecablemente como siempre y con su aspecto de eterno viejoven como dice Joaquín Reyes. Johnny Marr comenzó su set tocando las canciones más inmediatas de su disco, todo un compendio y viaje a través del post-punk y del pop-rock de raíces británicas, donde en cada canción demostraba que él lo que es en verdad es un guitarrista, tocando cada pasaje instrumental de una forma distinta en cada una. Todo el mundo estábamos esperando los momentos The Smiths y bien que nos contentó, con un Big Mouth Strikes Again como a mitad de concierto, provocando saltos, aplausos y karaoke conjunto (y un punteo de guitarra a base de acordes de genio), y guardándose una recta final con concesiones a Electronic, su banda con Bernard Summer, y terminando con How Soon Is Now; cuando creíamos que ya había terminado, soltó los primeros compases de There is a Light That Never Goes Out y aquello fue el delirio. Brazos en alto, gente abrazada, lágrimas y muchos besos. Toma ya. Con un largo beso a su guitarra se despidió ante un público encantado de lo visto. No era lo “auténtico”, pero se le parecía bastante.


Y de un grande de la escena británica, a unos clásicos de la misma, y del propio FIB. PRIMAL SCREAM son tan parte del FIB como el logo del casco, unos habituales por aquí que siempre son bienvenidos, porque siempre saben contentar al público y darlo todo. Aquí llegaban como segundos cabezas de cartel del día, y como tal obtuvieron un horario largo, por lo que pudieron hacer repaso de todas las épocas de su carrera, más presentación profunda de su último disco. Nos perdimos el comienzo por estar viendo a Johnny Marr, por lo que nos quedamos sin escuchar 2013 o Swastika Eyes (grrrr), cuando llegamos estaban repasando “More Light”, en concreto los pasajes más psicodélicos y atmoséricos que pudieron tocar gracias a tener más de una hora de set. “Good Bye Johnny” o “River of Pain” hicieron bajar el pistón tras la traca inicial, pero enseguida comenzaron a volver a hacer bailar y dar palmas al público, con temas más enérgicos del último trabajo, y con Country Girl la cosa empezó a despegar hasta el infinito. La ausencia de Mani ni se notó, bien suplido por la nueva bajista, el saxofón como siempre fue gran protagonista de la velada y se suplió a la corista negra con samplers y grabaciones. Aún así su sonido puede que fuera el mejor de todo el festival, y quizás el mejor que se les recuerde en Benicàssim. Ya en los temazos, Loaded soltada por sorpresa, y el final con Rocks (cómo puede molar tanto esa canción y cómo no puede uno cansarse de ella por mucho que la escuche?) y Come together con brazos en alto y ovación de gala. No fallan. Bobby Gillespie, alcalde de Benicàssim. Pero ya.

Y ya, exhaustos y casi extasiados por lo visto y bailado, nos fuimos a ver qué nos deparaba la noche. Muy flojos los cierres de escenario grande este año, no en cuanto a decibelios ni a compás, sino a calidad, con mucha garrafa y visualmente muy pobres. A ZANE LOWE le aguantamos bien poco, lo suficiente para verle crear varios subidones en la misma canción y esos trucos que molan tanto a la muchachada pero cansan tanto a los demás. Perezón. Vale que ahora mismo no hay muchos grupos electrónicos capaces de cerrar dignamente un escenario grande, pero algo mejor que eso no sería muy difícil de encontrar. En fin, cosas de la crisis. Nos fuimos hacia el Trident Senses donde SKREAM estaba pinchando, acompañado de un toaster, ante un gran número de personas disfrutando a tope. El otrora cabeza visible y popularizador del dubstep ha debido darse cuenta que eso no da para más y que, básicamente, es un coñazo, y ahora tira por otros derroteros… la verdad que mucho más divertidos. Tan pronto te mete house, como uk-funk, como disco de los 70 (sin filtrar ni remezclar, albricias, Eureka!) o remezcladísimas y casi irreconocibles versiones de hits de todo tipo (sonó Call me maybe!). A muchos puristas o fans de los de antes seguro que les hirvió la sangre y les entraron ganas de matar, pero a los no muy fans de la zapatilla o la electrónica más pura, nos pareció una sesión la mar de disfrutable y bailamos sin parar.

Como bailamos sin parar en MOOMBA Y CHERRY , la pareja de dj’s que estaban en el escenario Pop, pinchando una selección de surf, garaje y mucho rock en italiano la mar de divertido. Su sesión terminó con Copa, raya, paliza de Wauh y los Argggsss, seguido, de Rock Lobster de B-52’s, qué vamos a decir, bravo, bravo y bravo. Tras ellas subió al estrado NICOLA BEAR, dj del Ibiza Rocks, que no debió estar muy atenta a la clase de dj el día que explicaron lo del a linealidad de la sesión o el ritmo y tal, porque te ponía un hit pop-rock al uso, seguido de algo de drum and bass, así hasta 4 veces, que fue todo lo que le aguantamos, no teníamos la cabeza para asimilar esa absurdez. Luego nos dijeron que llegó a pinchar 4 canciones seguidas de Arctic Monkeys. Bien por ella. Ahora sí que estamos seguros que Alababarada dj’s harían un papel dignísimo en ese escenario.

Así que un poco antes de lo deseado nos fuimos rumbo a la cama, con la sensación de que el día había sido, pese a las pobres expectativas, divertidísimo y lleno de grandes momentos. A descansar que aún quedan dos días. El FIB es una prueba de etapas rollo el Tour, hay que saber dosificar.

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¡Feliz verano!

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Mi Primavera Sound 2013: mucho frío y muchas nueces

Como soy tan listo, me planté en la puerta del Primavera sin mi entrada impresa, y por alguna razón que no entiendo muy bien no sirve llevarla en un móvil con su código nítido y perfecto. Así que tras peregrinar por los alrededores en busca de un ciber con impresora, llegué, accedí y algo pude ver aún del show de Wild Nothing, que me pareció una más que correcta banda de pop, con muy buen sonido, que no disfruté porque estaba muy cabreado al comprobar que una cerveza de tamaño normal, a la que llamaban grande, costaba cinco euros.

Y nos fuimos al encuentro de Neko Case. La ex New Pornographers resulta encantadora y natural, entre Edie Brickell y Sheryl Crow, y sus canciones suenan muy bien, pero no apetecía nada el country pop de corte intimista y nos fuimos a ver si Woods era lo que parecía. Y era. Hay que tomar nota de esta banda de Nueva York que suena a rock californiano y a ácida psicodélia, que terminó su espectáculo con un largo desarrollo instrumental con la contundencia del viejo caballo loco y que supuso nuestro primer subidón primaveril.

Corre que te corre que empieza Tame Impala en Tarragona Playa (no es cierto: las distancias fueron muy llevaderas. Luego comentaré). Los australianos sí fueron un auténtico tsunami de psicodelia progresiva puesta al día con creatividad y saber hacer. Lo bueno de estos muchachos es la sensación que dan de que todavía está lo mejor de su talento por explosionar, si no se estropean, que se les ve muy cándidos. La verdad es que sonaron a gran banda, el gran escenario no se les quedó pequeño, y las enormes, impactantes e hipnóticas aunque sencillas proyecciones, hicieron que casi no nos diéramos cuenta de la pluma que suelta Kevin y sus palmas blandas. Muy buenos.

Nos perdimos a Jessie Ware y a Dinosaur Jr., pero no a Deerhunter, que presentaron disco nuevo con un concierto impactante tanto por su sonido, feroz y lleno de matices, como por la puesta en escena de Brandford Cox, ya que a su llamativo aspecto, muy alto y muy delgado a consecuencia de una enfermedad degenerativa, había que añadir un enorme flequillo que ocultaba su rostro y sobre todo, un vestidito-batita, muy de señora mayor. No pudimos evitar imaginar que se trataba de la señora de la limpieza y que de un momento a otro cambiaría la guitarra por la mopa y lo dejaría todo como los chorros del oro. Al margen de nuestro incorrecto sentido del humor, el concierto estuvo muy bien, y el par de temitas de su estupendo anterior disco, fueron muy de agradecer.

Cuatro escalones más arriba empezaban los Grizzly Bear, una de mis bandas favoritas. Sorprendió su escenografía, con esas veinte lamparitas colgantes con aspecto de medusas decadentes que subían y bajaban por el fondo del escenario. Lo demás ya lo sabíamos: que su repertorio es intachable, que sus armonías vocales son de lagrimón y que su sonido es tan personal que resultan reconocibles al instante. Y encima no se olvidaron de interpretar una de mis más favoritas canciones de la vida, la emocionante “Knife” (no confundir por favor, con The Knife, de quienes me volveré a despachar en su momento).

Gran primera jornada, más que satisfactoria, que no se estropeó ni con el show de Simian Mobile Disco, sonando muy rancio (¿no es de ellos lo que suena en un pase de moda del Carrefour?), y haciendo de cantamañanas, es decir, tocando botones como si sirvieran de algo. Vamos, lo de siempre, que es lo que a la gente le encanta. Ni con el aterrizaje de Animal Collective, de quienes solo vimos los primeros veinte minutos. Lo justo para dotorear el escenario en forma de bocaza abierta con miniproyecciones en los dientes y un par de cuernos coloristas hinchables de lo más resultón; y comprobar cómo el mundo sigue empeñado en bailar una música que no está hecha para bailar, sino vaya usted a saber para qué. Aunque me aburran muchísimo, me sigue pareciendo una banda muy respetable y me voy a dormir.

Estrenamos el viernes con Nick Waterhouse y su estupenda banda con guapas y solventes coristas. Una avalancha de swing, rock, blues y soul de impresionante factura y mucha diversión. Fue como estar en el baile de graduación de Peggy Sue. Muy de agradecer que nos acerquen este tipo de sonidos a un festival tan festival.

Nos perdimos a Daniel Johnston porque nos dio la gana, y nos fuimos a ver a Django Django, quienes si bien no estuvieron nada mal, si dejaron ver unas cuantas carencias: el escenario grande les queda grandísimo, y el sonido  fue mejor en lo técnico que en lo artístico. Pequeña decepción que nos catapultó a la otra punta del globo terráqueo para no perdernos a Mattew E. White, que ofreció un concierto precioso de country soul muy bien interpretado con excesos instrumentales de alta tensión, y perlas bailables que te hacían volar de Lambchop a Primal Scream en cosa de minutos. Un mejor sonido, a veces muy saturado, lo hubiera convertido en perfecto.

Mientras tanto, a pocos metros Solange arrasaba. Llegamos a ver varios temas gracias al retraso en su comienzo. Solange es una diva muy poco diva. Sobre el escenario es libre: nada de poses. Canta fantásticamente y sus canciones son más que resultonas. Apareció con una banda negra que sonaba demasiado a 80’s, pero mostró encanto, tablas y talento por desarrollar. Y nadie se acordó de su hermana.

Nos perdimos a mi querido Chistopher Owens, a The Breeders  y a Tinariwen (no será por falta de oportunidades pero no hemos estado muy africanos este año). Sin embargo sí vimos buena parte de Jesus and Mary Chain, que me convencieron, sonaron bien, y me hicieron recordar lo mucho que me gustan. Luego intentamos ver a James Blake, quien en disco me aburre soberanamente, y en directo… también. Yo lo vi como un Antony pero sin alma. Vi a Blake frío y sin expresión, aunque lo cierto es que sólo soportamos diez minutos y por diez minutos decir que vi algo en él es mucho decir.

Y nos fuimos a coger sitio para Blur. Pero ya no había sitio desde más de media hora antes. Así que penetramos entre la muchedumbre que profería insultos en inglés de esos que se entienden muy bien aunque no sepas inglés, y nos colocamos más que bien. Y arrasaron. La vuelta de Blur fue para recordar. Pero claro, con semejante repertorio (solo eché en falta “Charmless Man”), y sonando perfectos, no podía ser de otra manera. Es cierto que están algo viejunos (Graham Coxon está muy mayor y con cara de susto de principio a fin), pero Damon, pese a su horrible diente de oro, parece ganar con los años y lo chupetearías como un pirulí. Lo mejor es que los Blur post Gorillaz, heredan el gusto por el exceso bien entendido y completan su sonido con un coro de voces negras, vestidos de clase obrera británica pero no exentos de glamour, y una sección de metal también sobresaliente. Comenzaron con valentía por el final, y “Girls & Boys” levantó al mundo, y supieron dosificar la energía hasta desparramarse con “Song 2”. Lo dicho: un regreso triunfal.

Y del blanco al negro, o del negro al blanco, según se mire. Porque el esperadísimo espectáculo/concierto/performance de los visionarios/varguardistas/padres de todas las cosas que están por venir, fue una mierda. Vale que no soy especialmente fan de The Knife, sobre todo de los últimos The Knife que rompen esquemas y aportan conceptos y aburren hasta a los caracoles, pero lo del viernes fue muy ridículo. Me da igual que fuera casi todo pregrabado (los Pet Shop Boys también son muy pregrabados pero sus espectáculos coquetean con las vanguardias más creativas sin perder la diversión y la exquisitez), lo peor es que fue todo muy muy cutre: el ballet de “Tú sí que vales” y una coreografía de playback fallero, fueron el grueso del espectáculo. Y buscarle coartada arty a toda esa tomadura de pelo, es aún peor. Me quedo con una frase que twiteó la compañera Tecnoyonki: “Qué mal les ha sentado a The Knife estudiar Bellas Artes”. Pues eso.

Nuestro sábado comenzó con Adam Green & Fulanita Nomeacuerdo. El señor Green debió encargar en telehipster un disfraz de Cat Stevens para la ocasión e intentó hacerse el gracioso sin gracia alguna, y la señorita Nosecuantos canta fatal. Así que huimos hacia el lejano norte para ver a Melody’s Echo Chamber, pero nos encontramos con Cayucas, que parecían un poco tontos y prescindibles y adiós. Melodie Prochet es una encantadora francesita, que avalada por Kevin Pearcer de Tame Impala, presenta un interesantísimo proyecto al que llama, ya digo, Melody’s Echo Chamber. Ella es muy mona, lleva un moderno y perfecto corte de pelo que sabe usar muy bien, y es muy elegante (una blusa con capita, de imposible plancha, que habría hecho las delicias de alguna gatita amiga nuestra, así lo indicaba), y tiene una voz lánguida y muy francesa con ciertos problemas de afinación, pero tiene unas canciones muy buenas y muy personales,  y se acompaña por una banda contundente y desbocada que resulta irresistible. Pop para bailar, sofisticado y potente, con adornos electrónicos y mucho camino por recorrer. Merece la pena seguirle la pista.

Tras la cancelación de Band of Horses, de la que mejor no hablar, ya no cabía duda alguna: Dead Can Dance, aparecieron bajo un frío aterrador (frío de bufanda, guantes y gorro, en serio). Centrados en su último y precioso álbum, ofrecieron un alud de belleza construida entre espectaculares voces y ritmos llegados del cercano oriente o quizá de lugares inimaginables. Qué preciosas melodías, y que preciosas voces. Y eso pese a que Lisa Gerrard, parecía Anne Germain disfrazada de Aramís Fuster. Fue increíble, pero nos moríamos de frío, de hambre y de ganas de pasarlo bien. Y la solución estaba clara: un perrito caliente e Hidrogenesse (si uno no se vuelve loco con estos cambios estilísticos, es porque debe ser más fuerte y equilibrado de lo que parece). Hidrogenesse son Hidrogenesse, y además jugaban en casa. Divertidos, locos, ingeniosos, irónicos, atrevidos, desacomplejados y por tanto, geniales. Sorprendieron con una estupenda versión de “Maricas” de Los Punsetes, y triunfaron sin objeción.

Nos perdemos a Wu-Tan Clan y a Camera Obscura, porque cambiamos de provincia para ver a Nick Cave.

Ya he dicho por ahí lo que pensé y lo que sentí viendo a Nick Cave. Pero intentaré resumirlo: los Bad Sees suenan de la hostia, y el concierto aunque breve (poco más de una hora) se centró en el último disco, que adquirió nuevo esplendor en el directo, y fue salpicado con algunas joyas eternas (ay ese “Stagger Lee” que me llevo puesto para siempre). Pocas canciones, pero largas y desarrolladas con mucho talento. Tan importante era el silencio como el feroz sonido. Lo demás fue tan simple como el recital interpretativo más brutal que he visto jamás. Cave se mueve, se para, respira y canta, habla y declama, grita y fija la mirada, y hasta las olas del mar se paralizan y se emocionan. Hasta el frío huye y el público guarda un silencio absoluto que no recuerdo haber vivido nunca. Ojalá pudiera elegir morirme en medio de un momento como ese.

Pero no, se siente. Dejé de respirar, y mi circulación dejó de funcionar, pero todo sigue bien, o mejor.

Después de eso, todo daba igual, pero fue genial escuchar las canciones nuevas de My Bloody Valentine, que volvieron a sonar brutales, aunque lo que nos pedía el cuerpo era coger un buen sitio, aprovechando que todos estaban con los pelmas de Crystal Castles, para el fin de fiesta de Hot Chip. Y no defraudaron. Me encanta Hot Chip. No solo siguen sacando discos fantásticos sino que amplían su repertorio de temazos. Su directo fue tan bueno, aunque quizá menos espectacular, como el del FIB. Sonaron increíbles y a mí, la voz del menudo y extraño Alexis Taylor, me tiene enamorado. Yo es que en un concierto de Hot Chip, escucho a Moroder, a Cownley, a Sylvester, a la Summer. Escucho la mejor música de baile que se ha hecho jamás, la de hace 35 años. Y me encanta esa puesta al día, tan moderna y tan creativa, y me entusiasma que guste tanto a tanta gente que no ha escuchado jamás nada de eso. Gran final, sí señor.

Por lo demás decir que no sé si andaba yo mejor que en otras ocasiones, pero las distancias no parecían tan grandes. Trasladar el ATP es un acierto porque abre una vía de acceso cómoda y rápida. Por otra parte, muy mal el precio de las cosas. La bebida y la comida son carísimas. Y finalmente, el frío deslució mucho todo y resultó muy incómodo. Pero en lo estrictamente artístico, ha sido un gran festival. Esta vez, sí. Pese a lo de Band of Horses,sí.

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LAPAO? A mí me hablas más sensillo!

La notícia original apareguda hui en El País és tan berlanguiana que no puc més que reproduir-la literalment: «Las Cortes de Aragón han aprobado sobre las once de la mañana la nueva ley de lenguas, que incluye, entre otras medidas, el cambio de denominación del catalán que se habla en la Franja, que pasará a denominarse Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental (LAPAO). El aragonés, por otra parte, se llamará a partir de ahora Lengua Aragonesa Propia de las Áreas Pirenaica y Prepirenaica (LAPAPYP). La nueva norma ha contado con los votos del Partido Popular y del Partido Aragonés. El resto de grupos que integran el Parlamento regional (PSA-PSOE, Chunta Aragonesista e Izquierda Unida) ya abandonaron en su día la comisión en la que se tramitaba el proyecto por su desacuerdo con el mismo.»

Bo, ja sabeu, ara estigueu atents al Boletín Oficial de Aragón, de ben segur que prompte trauran convocatòries de traductor de LAPAO o, millor encara, de LAPAPYP!!

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Acid Queen DJ: mis discos favoritos de 2012

Algunos de mis discos favoritos de este año. Los que más he escuchado. Unos me han emocionado, otros me han sorprendido, o incluso entusiasmado.

 

La vuelta de Neil Young junto a Crazy Horse mantiene intacta la magia de Ragged Glory (1990)  y de la fantástica producción que han elaborado juntos. Muy por encima de sus últimos trabajos en solitario, este doble cd o triple vinilo esconde artefactos inflamables de larga duración, tejidos entre ritmos perezosos, guitarras punzantes e improvisaciones de alta tensión. La lírica del rock pura y sensata sin artificios ni sobreproducción. Veintidós años después, otra obra maestra de Mr. Young y su caballo loco, parida con el entusiasmo del primer día. Imprescindibles Ramada Inn y Walk Like A Giant, ambas superando los dieciséis minutos de furiosa belleza.

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Absolutamente hipnótico, Bloom suena como si el viento transportara sus sonidos desde lejanos lugares imaginarios. Todo parece que flota en libertad o es fruto de las mejores drogas, pero entre guitarras de otra dimensión, voces de belleza espectral y melodías perfectas, consigue huir de la pose épica o la inevitable grandilocuencia, para alcanzar una atmósfera íntima y totalmente adictiva. De no ser por un anciano canadiense, sería lo mejor mejor del año.

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Es cuestión de debilidades. Pero para mí, Stuart Staples compositor y cantante, es una auténtica debilidad de las que me desarman y vencen. Pero es que además The Something Rain contiene una colección de canciones exquisitas. Jazz pop de intrigante sofisticación, lleno de sonidos pequeños, delicados, y emociones grandiosas. Y ese personal falsete que interpreta más que canta. Si a todo eso le añado el gran concierto con el que lo presentaron el Valencia el pasado otoño, ya no tengo duda alguna de que se trata de una de las cumbres de la banda.

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Entusiasmo es el disco ideal para ser rescatado de un mal momento. Más que positivo o vitalista, que puede sonar un poco a pose conveniente, se trata de un disco libre con canciones y versos libres. Derroche percusivo y ambientación folk de aires mediterráneos en un trabajo nada pretencioso que reivindica con cierta ironía las cosas pequeñas, y cuenta historias y lanza ideas huyendo del drama habitual del pop de autor, dejándose llevar por tempos soleados y luminosos, más cítricos que almibarados.  Todo un riesgo a contracorriente, sí. Por eso destaca de entre otros buenos discos nacionales de este año. Por eso y por canciones como la bellísima Entonces sí,  un himno de estos tiempos como Los tres mendigos, el irresistible latin funk de Difunde la palabra, el retrato irónico de Los Cantantes o ese precioso poema llamado Los increíbles.

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No se trata de un disco de fácil escucha. Ninguno de Grizzly Bear lo es. Pero esta vez suenan asilvestrados y posiblemente más accesibles que nunca. Y eso que no abandonan ni un gramo de su sofisticación, sus personales arreglos y su armonía vocal marca de la casa. Yo solo sé que desde que los vi en un Primavera soy adicto Grizzly Bear, y este disco, posiblemente el más “rockero”, muestra la experimentación como algo inteligible, como un espacio sin límites, pero ante todo con canciones. Algo que ya quisieran muchos.

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Por si quedaba alguna duda, Jason Pierce da un paso más en la carrera para convertirse en un creador imprescindible. Su combinación de góspel pop bluseado no tiene fin, y esta vez se muestra más espectacular que nunca. Pierce derrocha instrumentación y sonidos sin reparo alguno: espectaculares coros, sucias guitarras, orquestaciones maravillosas, metales tremendos y melodrama sonoro de lujo. Emociona y altera todo a su paso con su máquina de melodías preciosas, y canciones como la furiosa Hey Jane o la preciosa Little Girl, dejando claro que está en buena forma y su inspiración empieza a parecer inagotable.

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McEnroe han crecido y han desarrollado unas formas que casi les son características. Y además han crecido en todo:  canciones con historias afectadas que afectan, y un sonido elegante y acorde que interpreta los textos más que acompañarlos. Las Orillas es un disco peligroso, un arma mortal que convierte el drama en algo excitante y la tristeza en una razón de ser. Ahí reside un encanto que solo es sano si se escucha con cierta precaución o desde la distancia de quien sencillamente sabe disfrutar de lo impecable. Si no, no.

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Dominique A vuelve a sonar entero. Rock de autor con momentos feroces y estilo propio. Y además viene aderezado con arreglos de vientos orquestales preciosos y apropiados. Contre un arbre, Loin du soleil o Rendez-vous la lumière, son solo tres ejemplos de cómo Dominique A sigue preso de la inspiración como el primer día. Quienes le seguimos desde hace ya muchos discos lo sabemos, pero quienes tengan la suerte de descubrirlo ahora tienen aquí una muy buena razón para reconocer en él a uno de los más grandes cantautores de la historia de la música, y penetrar más allá de su figura para alcanzar la esencia de la chanson que nadie como él sabe liberar.

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La vuelta de Dead Can Dance me pilló de sorpresa. Lo reconozco: no estaba preparado. Y a mí que siempre me parecieron excesivos y fríos, ahora va y me entusiasman. Será que han pasado veinte años desde que los observé y que yo he crecido y cambiado más y peor, pero lo cierto es que Anastasis me acerca al éxtasis casi místico y me embriaga de manera que no puedo parar de escucharlo. Serán las fabulosas voces de otro mundo, el sonido pulcro hasta la perfección, las melodías estremecedoras o ese clasicismo que asusta, pero me revuelve las entrañas y me paraliza en su presencia. No puedo hacer nada ni pensar en nada mientras lo escucho. Y eso me desconcierta hasta sentirme abusado. Y me aterra y me encanta. Estoy enfermo, lo sé.

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Cristina Lliso, la voz más personal de la banda más personal de la Movida, ha vuelto. Adoro a Cristina desde los tiempos de Arponera, y celebro la recuperación de la esencia esclarecida. Con la producción de Suso Sainz (casi no se entiende a uno sin el otro), la elegancia natural como etiqueta distintiva de una voz única que lleva el peso de unas canciones desnudas, con arreglos contenidos, plácidos y equilibrados. El disco ideal para domingos tontos o para reconciliarse con la vida. Pura armonía que encandila.

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Y unos cuantos más que sería muy largo comentar. Pero no puedo evitar nombrar los últimos trabajos de Nudozurdo, Silvia Pérez Cruz, Patti Smith, Tame Impala, El Hijo, The xx, LambchopCuchillo, Hot Chip, Passion PitJoaquín Pascual, Django Django, Hidrogenesse, Fiona Apple, Bath For Lashes, Jack White, y Antony and The Johnsons, entre otros que seguro olvido ahora mismo.

Y por último, mencionar algunos grandes directos, como Tindersticks o Patti Smith que se salieron, o la iniciativa del Deleste Festival, que todos celebramos y a la que deseamos larga vida.

También hay algunas cosas que no me han gustado nada, pero no merece la pena ni nombrarlas. O lo mismo sí, ya veré.

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Las 25 canciones (nacionales) de 2012 para maiquel_nait

Bueno, pues un año más aquí. De nuevo, sólo lista nacional por mi parte (la internacional se me va de las manos), y de canciones. Esta vez lista normal y corriente, sin inventos absurdos como el año pasado. Pero bueno, menos es nada. Espero que sirva para que alguien descubra algo, para que yo descubra algo y para generar debate, que es de lo que se trata, verdad?
Pues eso, aquí está mi lista de 25 canciones nacionales de 2012

1.- Los Evangelistas – «Yo, Poeta decadente (Fantasías del cante jondo)«, de” Homenaje a Enrique Morente”
Este primer puesto tiene truco porque no se trata de una canción al uso, sino de una versión, como todas las incluídas en el disco creado ex profeso como homenaje a Enrique Morente. Si se me permite la trampa, destacaría la la emoción que desprende la interpretación, emoción que va in crescendo hasta que alcanza el nivel piel de pollo en voz de Soleá Morente, hija del homenajeado, que hace más grande todavía la canción. «Hasta los raíles del tren me hacen llorar, tan cerca el uno del otro«. Flamenco, rock, psicodelia, magia. Mejor disco nacional del año de largo, además.
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2.- El Hijo – «Buscando el Sol», de “Los Movimientos”
Gran tercer disco de El Hijo. Financiado a base de crowfunding y con plenos poderes creativos, Abel Hernández ha tenido libertad creativa total para crear su obra tal y como la tenía en mente. El disco destaca por su producción, innovadora, sorprendente, con arreglos y melodías no tan obvias como parecen a primera vista, y por canciones como Buscando el Sol, de melodía simple, casi previsible, pero con un sonido especial, cálido, interesante, de nuevo mágico. Casi una fábula, un cuento. El dream pop debe ser esto.
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3.- La Débil – «La Flor del Azafrán», de “Sángrala”
La Débil han grabado uno de mis discos favoritos del año. Contundentes, casi mecánicos en ocasiones, de repente sorprenden y rompen con esta “La Flor del Azafrán”, todo un martinete del siglo XXI totalmente inesperado. De nuevo la tradición popular y el regusto flamenco, reconstruído, renovado, llevado a su lugar. Minimalismo y contención, con atisbos de explotar que nunca se concretan y con un texto de regusto clásico con el toque inquietante marca de la casa.

4.- La Bien Querida – «Arenas Movedizas», de “Ceremonia”
El sentimiento que resume la escucha por primera vez del tercer disco de La Bien Querida estaría entre la sorpresa y el WTF. Pero una vez pasado eso, la verdad es que la esencia de las canciones de Ana Villaverde sigue estando allí, aunque vestida de sonidos sintéticos de los ochenta. Entre homenajes a New Order y demás sonidos de sintetizadores de regusto retro, destaco Arenas Movedizas, con el ritmo kraut mecánico tan reconocible sobre la que se cuenta de forma cercana y sencilla una historia de celos, despecho y orgullo post-ruptura. Una vez pasada la sorpresa, la canción crece porque es tan agradable y dulce como bailable y disfrutable.

5.- Franc3s – “Apartamento Alquilado”, de “Campanas de Fuego Rosa”
Algo pasa en Galicia que no paran de salir grupos cuya premisa es la melodía sobre el ruido. Tras TAB y Disco Las Palmeras! Llegan Franc3s, que pasaron algo desapercibidos con su primer disco y con este segundo pretenden hacer más ruido (valga la redundancia). La diferencia de Franc3s con sus colegas es la menor instrumentación y la presencia de sintetizador contínuamente (son batería, guitarra y sinte). El disco lo produce Rodrigo de TAB y esta canción bien podría haberla firmado él, bien contento estaría. Mira mamá como me balanceo es uno de los estribillos del año. Enfermiza, ruidosa, pegajosa, imposible de quitársela de la cabeza. Temazo.
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6.- Nudozurdo – “Cementerio de Errores”, de “Ultrapresión EP”
Nudozurdo vuelven a la carga tras su baja por enfermedad con un EP continuista y con dos vertientes muy marcadas: canciones cañeras y canciones lentas. Todas marca de la casa: desarrollos largos, letras retorcidas y oscuras, melodías que se repiten y una contundencia poco habitual en el pop-rock patrio. Me quedo con esta, no lo puedo evitar. Continuísta y algo previsible, pero demoledora; brutal el estribillo, brutal la cadencia de las estrofas, brutal el juego que sacan de guitarra bajo y batería. Su nuevo “Ha sido divertido” corregido y aumentado, lo cual no es malo, no; es muy muy bueno.
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7.- McEnroe – “La Cara Noroeste”, de “Las Orillas”
El tercer disco (este año va de terceros discos) de McEnroe no destaca por sus canciones, no tiene un hit claro, una canción que destaque. De hecho cuesta entrar en él al haber evitado el lado más pop de su anterior trabajo para dotarlo de un punto más oscuro y melancólico (si cabe). Aún así, una vez dentro, te atrapa. «La Cara Noroeste» es una enorme canción, tanto por lo que nos cuenta, como por cómo lo cuenta. Su estribillo es tan estremecedor como sincero.
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8.- John Talabot + Pional – “Braves”
Posiblemente el artista español más internacional del año y el más amado por la biblia Pitchfork. Sin duda un año para recordar. Su mezcla de sonido balearic con house y otros ritmos, instrumentos y melodías le han puesto en la élite de la electrónica independiente o como se le quiera llamar. Y va y yo elijo una canción no editada, no incluída en su disco «fin» ni en su reedición, sino una canción creada ex profeso para el maratón de Valencia, junto a su amigo y colaborador habitual Pional. Braves funciona perfectamente como música de baile y como himno deportivo, como arenga a la superación y a llegar a la meta, perfecto tanto para la pista de baile como para comerte las calles mientras entrenas.
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9.- Los Punsetes – “Tráfico de Órganos de Iglesia” de “una montaña es una montaña”
Otro de los discos del año sin discusión, y otro, oh sorpresa, tercer disco. Los madrileños consiguen conjuntar en su disco una serie de canciones donde dan rienda suelta a su imaginario, sus momentos cotidianos, sus asociaciones de ideas, su humor negro, su pesimismo latente y su nihilismo a tope. Muy grandes. Varias candidatas a estar en la lista, pero me quedo con esta por su inmediatez, su halo de hit y esa frase tan Punsetes que pasará a los anales del pop y la lírica en general: “He estado en situaciones inauditas, he visto mezclar cerveza con licor 43

10.- Triángulo de Amor Bizarro – “Ellas se burlaron de mi magia” de EP
Vueven TAB! Su esperadísimo disco se editará el año que viene pero antes nos ofrecen un EP con dos canciones, fruto de unas sesiones de trabajo junto al productor Sonic Boom gracias a la Red Bull Academy. Y si sonaba bien a priori, mejor suena con los auriculares a tope. El ex Spacemen 3 ha sabido captar el sonido TAB y le ha añadido ese toque tan espacial y psicodélico marca de la casa, que se nota sobretodo a partir del minuto 2:30, donde la canción crece, evoluciona, muta y explota y hace que le demos otra y otra vez al repeat.
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11.- Hidrogenesse – «Enigma» de “Un dígito Binario Dudoso”
Otro de mis discos favoritos del año. Todo el ingenio y creatividad de los Hidrogenesse para contarnos la vida y obra y pensar acerca de Alan Turing, uno de los padres de la informática moderna. 3 canciones destacan sobre las demás en este disco, «El beso«, con el que mágicamente se le despierta de su muerte a lo Cenicienta, la “Historia del Mundo contada por las máquinas” donde son los ordenadores quienes cuentan su historia, y este “Enigma”, una de las letras más ingeniosas e inteligentes que podemos encontrar. De forma mecánica se enuncian conceptos, algunos ligados otros no, que unen uno de sus grandes hitos (desencriptar la máquina enigma) con el hecho que cambió su vida y le llevó al suicidio (confesar su homosexualidad,). Verdades y mentiras, lo lógico y lo ilógico, enigmas que se cuentan y se podrían ocultar, éxito y desprestigio… Una joya a ritmo de cacharrería y sintetizadores 100% Hidrogenesse. Mucho más serio de lo que parece.
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12.- Fernando Alfaro – “La soga”
Otra canción que juega a los dobles sentidos y la denuncia social. Fernando Alfaro grabó “La Soga” para la Fundación Robo, el colectivo que junta canciones que hablan sobre la crisis y la situación social actual. Alfaro lo resume perfectamente: gente culpable y gente que paga, gente que está por encima de todo y se cree intocable, etc. Un grande.

13.- Mishima – “No existeix l’amor feliç”, de “L’amor feliç”
El pop en catalán sigue en estado de gracia. Mishima es un ejemplo de esto, tanto por su calidad como por su repercusión, girando por toda España e incluso viajando fuera. Si bien “No existeix l’amor feliç” es mi canción favorita del disco, elijo esta porque aquella es una versión. Esta última resaca es la canción más inmediata y quizás redonda del disco, gracias sobretodo a su comenzar tan ya metidos en materia, y su estribillo tarareado que la hace especialmente irresistible. Lo típico, ya no bebo más. Os suena?
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14.- Templeton – “Miedo de verdad y en condiciones”, de “El Murmullo”
Zona pop de la lista a tope. Templeton 100%, su faceta más pop, más sixties. Puro Brincos, puro juego de voces, estructura sencilla, estrofas fáciles, rimas obvias, y estribillo radiante, pegadizo y genial.
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15.- Jonston – “Veo visiones”, de “Veo visiones”
Empieza como a trompicones, y de nuevo crece y crece hasta llegar al estribillo. Y cuando se apoya por sintetizadores y trompetas, ya la cosa funciona definitivamente y desearías que se repitiera una y otra y otra vez. Puro pop.
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16.- Tórtel – “Entonces sí”, de “Entusiasmo”
Otra de las canciones luminosas del año. Con una instrumentación muy bossa nova y un sonido muy Kings of Convenience, y una letra simple y efectiva que transmite buen rollo por todas partes.
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17.- La casa del árbol – “Siempreviva”, de “Venga a nosotros tu reino”
Un álbum de debut de nivel. Lo más sencillo para describir a La casa del árbol sería decir la palabra hippie, por sus melodías sesenteras, sus juegos vocales, su estética y sus letras que hablan de la naturaleza, la madre tierra y todo el imaginario hippie en general. Pero van más allá, sobretodo gracias al sonido y la producción del álbum, puro lujo. De todas me quedo con la que cierra el disco, la más minimalista de todas, la más desnuda, y con la melodía más redonda de todas. Atención spoiler: incluye explosión final. El disco nacional más bonito del año?

18.- Klaus & Kinski – “La duda ofende”, de “Herreros y Fatigas”
Los murcianos son una máquina de hacer hits, aunque su dispersión y sus larguísmos discos hace que no acabe de meterme del todo en ellos. De todas formas siempre hay alguna canción digna de estar entre lo mejor, te guste más o menos el grupo. Aquí tenemos a «La duda ofende«, con un ritmo casi electrónico, una letra tremendamente ingeniosa y un final de violín trepidante la mar de resultón.
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19.- Espanto – “Rock&Roll”, de “Rock&Roll”
Base electrónica hipnótica medio kraut y tal, y sobre ella una letra con melodía repetitiva que va diciendo lo que no soporta y lo que espera de la vida. Parece obvia… pero no lo es. Solamente hay que fijarse. “Sólo me importa de verdad que a ti te importe el rock and roll”. Grande.
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20.- Grupo de Expertos Solynieve” – “Por qué no te largas de aquí?”, de “El Eje de la Tierra”
Quizás la más planetera en cuanto a letras, y la más “sureña” en cuanto a melodía. “Tienes trescientos trillones de estrellas de donde elegir. Yo no soy ninguna de ellas, por qué no te largas de aquí?” Una canción para contentar a los fans y convencer a los no creyentes.

21.- Love of Lesbian – “los Toros en la Wii”, de “La Noche Eterna. Los días contados”
De las pocas muestras de esa creatividad que me encantaba de los catalanes, y que en este disco me cuesta encontrar. Ese puente tan “la bola de cristal”, esas menciones a Schopenhauer y a Murakami, ese cambio de tercio casi al final, (con unas metáforas un tanto desafortunadas, también), esos juegos de palabras y asociaciones de ideas tan absurdas como efectivas: “Y domesticarnos será algo difícil dice Sarkozy, dame un euro, guapo” y ese fin de fiesta (y de disco) al grito de “Fantástico” para echar el resto en sus (numerosísimos) conciertos y gritar a voz en grito abrazando a los que te rodean. Lo importante no es tener principios, es tener finales.
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22.- Beach Beach – “Plants”, de “Tasteless Place”
Desde Mallorca un grupo garajero que dará (debería dar) que hablar. No sólo por su sonido y sus canciones, sino porque son capaces de defenderse en directo a la perfección, estos saben tocar. «Plants» es su canción más pegadiza, su hit, su temazo. Guitarrazos y estribillos, y a por ellos. Apunta bien, Pitchfork.
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23.- Tuya – “Hands of wasted men”, de “Hands of Wasted Men”
Nuevo proyecto, y uno de los debuts del año (ya tenían un EP previo, eso sí). Menos “ruidoso” que sus primeros trabajos, los Tuya juegan con líneas de instrumentos, melodías y estructuras no predecibles. La canción, sin embargo, funciona sin problemas. Una banda a descubrir en directo, además.
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24.-Le Parody – «AMUM ANDADAD (la herida)», de “Cásala”
Otro debut. Construído a base de samplers, guitarra (y ukelele) y voz. Y suena diferente, muy personal, y muy pop. Como Julieta Venegas producida por El Guincho, menos tropical y más folklórica en el buen sentido. Y pop, muy pop.

25.- Anicet – «El último mate de Quique Villalobos», de “Ensayo sobre la Generación Perdida”
Y como colofón, un guiño a los baloncestistas en esta canción homenaje a Quique Villalobos, un jugador de baloncesto de los 80-90 que “podía jugar de 2 pero estaba Biriukov”. Extraído de su último disco, repleto como en este caso de imágenes y memorabilia friqui, cotidiana y contracultural (comics, series de TV, deporte…)
El video es la demo, en la lista Spotify está la definitiva.
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Aquí la lista de Spotify para escucharlas de tirón. Como el mundo no es perfecto, hay 2 canciones que no están (la de John Talabot y Pional, y la de Fernando Alfaro para La Fundación Robo), y como yo soy así, he añadido más canciones hasta llegar a 30.
El año que viene, más.

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Nadadoras y mártires… ¡anda ya!

¿Acaso alguien pensaba que permanecer bajo el agua cabeza abajo nosecuantísimos segundos, mientras se dibuja con las piernas una exquisita coreografía sin salpicar una sola gota, era fruto de un don divino? Pues no. Que unas veinteañeras consigan semejante barbaridad al más alto nivel es sin duda consecuencia de años de duro, durísimo trabajo y una disciplina absolutamente ajena a lo humano. Así que no debemos echarnos las manos a la cabeza, ahora que algunas de ellas han decidido hablar y contar las vejaciones por las que dicen haber pasado.

El relato es terrible, y seguramente cierto. Pero es igualmente cierto que para alcanzar semejante nivel  parece necesario. Nadie está obligado a vender su infancia o su adolescencia por conseguir una medalla olímpica, y las leyes de protección del menor no dicen nada de los padres y las madres que permiten o instigan a sus hijos e hijas a asumir un sacrificio tan grande. Porque éstas tienen ventipico años, pero otras, en otros tantos deportes, son directamente menores. Pero así es muchas veces el deporte de élite: un montón de jóvenes con el desarrollo físico y social manipulado y dirigido, quién sabe, por padres y sobre todo, por profesionales duros e incansables. Y si se quiere estar a la altura de los países del este europeo o de China, a quienes por cierto tanto criticamos por suponer parecidas técnicas de trabajo, es así como se consigue.

Por eso no podemos permitirnos jugar a la doble moral. No parece muy sana una sociedad que convierte a unas jovencitas en heroínas nacionales, referentes de miles de niñas espectadoras, y después se escandaliza al descubrir la infelicidad de las que años después confiesan haberse sentido humilladas y maltratadas. Y mucho menos demonizar a la entrenadora, hasta hace cuatro días una diosa en la tierra, como si hasta ahora hubiéramos pensado que conseguía estos resultados a base de risoterapia.

Tal vez sería más interesante empezar a plantearse el funcionamiento de determinados deportes, al menos los más técnicos, en su máximo nivel. Porque dudo que lo más indicado para el feliz desarrollo de un joven o un menor, sea el duro trabajo, la férrea disciplina y la dedicación absoluta. Por no hablar de la obsesión por la victoria frente a la derrota, y la competitividad entre compañeros. Factores todos que si ya complicarían el equilibrio de un adulto, con más razón podrían determinar el de un menor.

Vivimos en un mundo que genera ídolos sin cuestionarse nada. Y esto es como en los toros: que peor que el maltrato animal, es el disfrute humano ante ello. Y en según qué deportes y según qué casos, y no necesariamente en la sincronizada, estamos encantados de que nuestros hijos admiren por encima de todo, a un puñado de tarados, enfermos y drogodependientes capaces de exponer su vida por conseguir un podio o una medalla.

Así que mientras veo cómo la policía madrileña se inventa un disturbio para liarse a hostias con la gente que pide justicia y trabajo, no pienso escandalizarme porque unas cuantas señoritas pijas decidieran un día ser tratadas como una mierda a cambio de una medalla. Estaría bueno.

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Raphael en el Teatro Principal

Un directo de Raphael es como uno de Muse: todas las canciones parecen la última, todas suenan a apoteosis, y están envueltas en artificios y trucos de los que sobrecogen. La diferencia por supuesto, es que lo de Raphael es de verdad, o sea, que es un animal escénico y que todos los trucos (ese retirarse el micrófono, ese entrar y salir de escena, esos pasitos de baile o ese cantar sin micro, a pelo), salen de sí mismo y de su presencia. (más…)

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¿Por qué Dylan?

Pues porque pocas personalidades artísticas han revolucionado e influido tanto y tanto, en tantas de las cosas que hoy nos gusta escuchar. Así que menos echarse las manos a la cabeza porque el señor Zimmerman venga al FIB, porque al FIB le luce muy bien la melena contando con él como cabeza de cartel.

Y porque este señor feo y bajito, por entonces judío, nos acercó el folk americano a todos y lo revolucionó a contracorriente en tiempos difíciles para ello. Un joven poeta que supo dar un salto eléctrico que cambió la forma de entender el rock, el folk y la vida misma. Un autor inconmensurable que superó la canción protesta a base de lírica y dejó un legado de canciones que todo el mundo conoce y a todo el mundo emocionan como el primer día. Un tipo sin el que sería absolutamente imposible escuchar la música tal y como hoy la escuchamos.

Yo personalmente, preferiría el desembarco en el FIB, aun a estas alturas, de Led Zeppelin o Bowie, seguramente porque el fondo de mi alma es más gay y más macarra, que poeta. Pero Dylan es Dylan, y si hemos disfrutado en el FIB de regresos menores pero espléndidos como PIL o New York Dolls, y de renovadores de igual caché artístico al del maestro como Cohen, Morente, Reed o Wilson, lo mejor será esperar a ver que nos puede ofrecer el Dylan de hoy y apostar por que dé un concierto como tributo a sí mismo, y un setlist que nos haga bailar dentro de huracán, lanzando preguntas al viento, entre tiempos cambiantes de lluvias duras, y sobre todo que nos haga alcanzar las puertas del cielo.

Cohen lo hizo aquella tarde. Y solo por ver a David Guetta aburrido en el backstage, merece la pena intentarlo de nuevo.

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